Wednesday, September 17, 2008

Transición II

Con un par de ampollas en los pies por la caminata con mis inútiles chancletas, made in "Bata", barata marca India, hacia las cataratas, aunque los ánimos al 100%, cogimos un taxi a Haridwar.

Sólo íbamos a pasar un día, pues al día siguiente teníamos reservado un tren hacia Varanasi. Y además, no parecía tener mucho que ver, a parte de una fea ciudad, llena de caos e intoxicación por humos de diferentes tipos de vehículos. O al menos esa era la imagen que extraje yo de mi breve estancia esperando un bus unos 8 meses atrás.

Haridwar es una de las ciudades más sagradas del país, y, obviamente, escondía un área que yo no había explorado. Con una significante menor presencia de turistas extranjeros, te da la sensación de estar en el apogeo de la cultura Hindú. Y siendo una ciudad tan sagrada, no podía faltar una pooja al atardecer.

Haridwar no está precisamente a orillas del Ganges, de manera que hacen pasar un canal de muy poca profundidad con agua del gran río por el principal ghat de la ciudad. Allí, la gente se baña, cruzan el canal, más chapoteando que nadando, realizan ofrendas y permanecen silenciosos y espectantes durante el transcurso de la ceremonia. Sin tanta participación por parte de la muchedumbre como en Rishiksh, si parece algo más activa que la de Varanasi, aunque con menos movilidad.

Haridwar no es un lugar diseñado para turistas extranjeros. No está lleno de hostales con sus "rooftops", ni de German Bakery´s con sus comidas occidentales. No hay agencias de viaje en cada esquina, ni cibercafes cada 10 metros. Así que hacer de esta pequeña ciudad un lugar de espera, resulta complicado.

Nos recorrimos la calle principal de un lado a otro en busca de un ciber y un restaurante, que aparentemente ha dejado de existir, para poder matar el tiempo. Hicimos del Big Ben Restaurant nuestro campamento base, en el que pasamos horas y horas haciendo ver que haciamos algo para que no nos hecharan. Y nos pateamos el bazaar y el ghat un centenar de ocasiones. Obviamente, una exageración, pero el tiempo parecía no pasar.

Una de esas eternas esperas en la India.

1 comment:

Layla said...

¿Después de mil y una aventuras buscas una catarata en chanclas?
Puedo imaginarte perfectamente, con tu pose, esos andares, la gorrita, el cigarrillo y, por supuesto, las chanclas.
Por aquí, se te hecha de menos, suerte de tus aventuras que nos acercan un poquito a ti.
Muchos besitos. Layla.